EUROPA PRESS

Los bebés pueden distinguir las diferencias entre los sonidos de todas las lenguas incluso a los ocho meses de edad, cuando sus cerebros empiezan a centrarse sólo en los sonidos que escuchan a su alrededor. Desde hace tiempo, está claro cómo se produce esta transición, pero ahora parece que las interacciones sociales y el uso por parte de los cuidadores de un exagerado estilo de expresión más fácil para la comprensión de los bebés, que usan algunos adultos para hablar a los niños, parece ayudar.

Una investigación de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, en niños de siete y 11 meses de edad y que se publica este lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences, muestra que los sonidos del habla estimulan áreas del cerebro que coordinan y planifican los movimientos motores para el habla. Es decir, plantea que el cerebro del bebé comienza a establecer las bases de cómo formar palabras mucho antes de que empiece a hablar.

«La mayoría de los bebés balbucean a los siete meses pero no pronuncian sus primeras palabras hasta después de su primer cumpleaños», afirma la autora principal, Patricia Kuhl, codirectora del Instituto de Ciencias del Aprendizaje y el Cerebro de la Universidad de Washington.

«Encontrar la activación en las áreas motoras del cerebro cuando los bebés están simplemente escuchando es importante porque significa que el cerebro del bebé se dedica a tratar de hablar desde el principio y sugiere que los cerebros de siete meses de edad ya están tratando de averiguar cómo hacer los movimientos correctos que producirán las palabras», detalla.

Kuhl y su equipo de investigación creen que esta práctica en la planificación motora contribuye a la transición cuando los bebés se vuelven más sensibles a su lengua materna. Los resultados destacan la importancia de hablar con los niños durante las interacciones sociales, incluso aunque todavía no hablen ellos.

«Al oírnos a nosotros se ejercitan las áreas de acción de los cerebros de los bebés, mucho más de lo que pensábamos que sucede cuando hablamos con ellos –afirma Kuhl–. Los cerebros de los niños se preparan para actuar en el mundo mediante la práctica de cómo hablar antes de que realmente digan una palabra».

En el experimento, los autores pusieron a bebés en un escáner cerebral que mide la actividad cerebral a través de una técnica no invasiva llamada magnetoencefalografía. Apodado MEG, este escáner cerebral se asemeja a un secador de pelo con forma de huevo y es completamente seguro para los menores.

Los bebés, de cinco a siete meses y de 11 o 12 meses de edad, escucharon una serie de sílabas de lenguas nativas y extranjeras, inglés y español, como «da» y «ta», y los investigadores registraron sus respuestas cerebrales. Así, vieron actividad cerebral en un área auditiva del cerebro llamada giro temporal superior, así como en el área de Broca y el cerebelo, regiones corticales responsables de la planificación de los movimientos motores necesarios para la producción del habla.

Este patrón de activación cerebral producido por los sonidos de la lengua materna a los siete meses de edad (inglés), así como en una lengua no nativa (español), demuestra que en esta edad, los bebés están respondiendo a todos los sonidos del habla no sólo a los que han escuchado antes.

En los lactantes de más edad, la activación del cerebro fue diferente, de forma que los cerebros de los bebés de 11 a 12 meses, aumentan la activación motora para los sonidos del discurso no nativo frente al habla nativa, que los investigadores interpretan como muestra de que se necesita más esfuerzo para predecir qué movimientos crean el habla no nativa. A su juicio, esto refleja un efecto de la experiencia entre los siete y los 11 meses y sugiere que la activación de áreas cerebrales motoras está contribuyendo a la transición hacia la percepción temprana del habla.

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